Sócrates está a punto de ser ejecutado a consecuencia de la injusta acusación de no honrar a los dioses de Atenas y de corromper a su juventud. El anciano Critón, convencido de la inocencia de su amigo, ha tomado medidas para que Sócrates escape cuanto antes y se vaya a vivir al extranjero. Sócrates rechaza el generoso ofrecimiento deponiendo su habitual ironía y ofreciendo una serie de razones que revelan las convicciones fundantes de su ética.